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"La Puerta Blanca" de Fergie


"La Puerta Blanca"
Fergie


Ella se sentó en la banca del parque llamado "la puerta blanca", ese en donde la gente pasea con manos entrelazadas y sonrisas abiertas, ese en donde se van a presumir las personas con amor que les alcanza para regalar, ese en donde los besos son hasta crujientes y las miradas rechinan de felicidad. Briggit había estado dentro de ese grupito, en el que el amor rodea a las personas y los mete en una burbuja de "estupefacción creciente de felicidad" como ella le llamaría después de terminar con su primer y hasta ahora único amor. Iba allí, a su banca del recuerdo cada día, después del trabajo y se sentaba a contemplar las hojitas caer, el aire susurrar, las rosas florecer. Se quedaba allí tanto tiempo que incluso podría despedir ce del sol y darle la bienvenida a la luna. Ella no lo notaba, pero estaba simple y estúpidamente aletargada.  No tenia noción de las horas, ya no veía programas, no salia a lucir el cuerpo de hada que tenia, o que según ella alguna vez tuvo, ya no reconocía un buen café cuando lo probaba y ya no le importaba cocinar la tarta de manzana por que nadie lo comía.
Recordó cuando fue la ultima vez que se puso su vestido y salio a presumir a su chico, a demostrarle al mundo que apesar de todos los baldes de agua fría que hubiera podido recibir nunca dejaría de sonreír, por que lo tenia a el, bien agarrado del brazo, imposible de escapar. Y como si el destino se hubiera enojado por ser tentado, se hubiera sentido retado, de repente y sin mas, pasó. Hubo ese terrible y horrendo accidente hasta calar los huesos en donde apenas y quedo cuerpo que enterrar. Ella lloro por semanas, o tal vez meses. No importaba, no lo quería recordar, lo único por lo que vivía era por ir al parque e imaginar yendo con el, de la mano, con sonrisa triunfal, esa que nunca se le debio arrebatar.
Doce meses después se dio cuenta que había llegado al mismo punto en donde todo había pasado, era primavera, el mismo día en que su pesadilla había comenzado, hora de sanar. No lo olvidaría, jamas, el había sido estupendo, el mejor incluso, o por lo menos para ella, pero no quería seguir sintiéndose tan débil, tan dejada, tan desolada. Era hora de volver a la vida, tal vez no como en los estupendos tiempos en donde se divertían al máximo yendo a la feria y alimentado se el uno al otro por las mañanas soleadas en la terraza dándole la cara al sol, pero si quería volver a tener tacto, no, quería volver a tener a sus cinco sentidos tan vivos como desde siempre. Y por primera vez, aun que parezca impresionante, miro hacia arriba. Sus ojos dejaron de estar observa a la hierba crecer y se concentro en lo que de verdad vivía.
Se congelo cuando distinguió entre todo lo viviente una sonrisa, y una muy grande y dulce. El se acerco timidamente a ella, y Brigit, estupefacta abrió los ojos hasta que se aseguro de sentirlos por fuera. Su corazón la golpeteaba anhelando que esa sonrisa nunca se alejara de ella. Y así es como paso, tal vez su chico se había ido,y jamas lo olvidaría, pero al parecer el destino, no queriendo tener pinta de malo les realizo  la cita que la hizo sanar sus heridas.
Y aun cuando sea muy difícil, y aun que cosas tan intensas como esas nunca se olviden, siempre hay una posibilidad de sanar.
Sip, las curitas humanas si que existen y muchas veces llegan cuando uno menos se lo espera.
-Y justamente esa vez fue en primavera.-
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